viernes, 17 de febrero de 2012

El Niño sin brazo

Tenemos una pequeña figura del niño Jesús. Hace unas semanas se le rompieron ambos brazos accidentalmente. Encontré uno y se lo pegué, pero el otro no estaba.
Mi hijo se puso triste cuando vio la imagen del niño Jesús sin brazo, y le dije que lo lleváramos con su mamá (una figura de la Virgen de Guadalupe que hay en la recámara de su hermanita), pero él dijo "no, su mamá no lo va a querer porque no tiene brazo".
Me impactaron sus palabras, muy serias para un niño de tres años, él estaba de verdad muy triste, así que fundí al niño Jesús en un abrazo con mi hijo y le dije: "Todo lo contrario, mi amor! Su mamá lo quiere muchísimo y lo va a cuidar más que nunca. Lo quiere con brazos y sin brazos. Las mamás queremos siempre a nuestros hijos". Y llevamos al niño Jesús con su mamá.
Hoy me entristeció leer un artículo sobre las mujeres que abortan a sus bebés porque descubren que tienen el paladar hendido; un niño sano con un aspecto diferente.
No puedo entender su razonamiento, es que acaso si alguien sufre un accidente y queda algo deforme (cosa que por cierto se corrige con cirugía) hay que matarlo?
Un caso en particular es el de una madre con vientre de alquiler (no sé si sea la manera políticamente correcta de nombrarla) a quien los padres legales del bebé (los que pusieron el óvulo y el espermatozoide, aunque no sé si eran los autores biológicos o estas células también eran compradas, como el vientre) están forzando a realizarse un aborto porque el pequeño tiene el paladar hendido.
Me pregunto si en realidad estas personas quieren ser padres para dar amor o quieren ser padres porque no se sienten "normales" como el resto de las familias. Y entonces, tener un hijo difente, no es precisamente la manera de llevar a cabo su ambición.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Días Lluviosos

Es horrible aceptar el hecho de que no he aprovechado este día, así que no lo aceptaré.
Lavé tres cargas de ropa y sus respectivas secadoras, le expliqué a mi hijo que el niño Jesús y el Jesús del Sagrado Corazón son el mismo (él creía que la imagen del Sagrado Corazón era el papá, qué tierno :D ) e hicimos un títere a partir de un calcetín sin par que vagaba por el closet desde hace meses. Así que no diré que desaproveché este día lluvioso, aunque en realidad no tenía ánimos de hacer nada.
Lo importante de un estilo educativo como el que intentamos manejar en casa, es que no se necesita establecer un ambiente artificial o herramientas sofisticadas para lograr el aprendizaje.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Serenidad y Paciencia

Definitivamente existen momentos en los que me encuentro pidiéndole a Dios "que ya se acabe el día, Señor!".
Educar en familia exige una parte de compromiso y tres de paciencia. Así que si nos cuesta algo de trabajo planear una clase, sabemos que nos costará tres veces más trabajo tener la paciencia para llevar a cabo esa clase.
La paciencia es una virtud... no muy presente en mi persona, [ :( ] y frecuentemente me veo rebasada por los desafíos de educar a un niño de tres años: falta de atención, no seguir indicaciones, demasiada iniciativa, o las ya clásicas interrupciones como "tengo sed", "quiero ir al baño", "tengo hambre", "yo quería jugar", etc.
Esas pequeñeces pueden convertirse en los más terribles enemigos de la educación en familia, y peor aún, de la convivencia familiar.
Frustración, enojo, impotencia, sentirse incapaz de lograr que le niño termine la lección: esas sensaciones son el pan de cada día de la educación en familia. Por lo menos en mi familia, ja, ja!
Y es entonces cuando respiro profundamente y trato de aferrarme a lo que en un inicio me hizo decidir educar a mis hijos personalmente: el amor. Amo a mis hijos, sé que lo importante es honrar a Dios y la unión familiar, así que me tomo un receso en lo académico y trato de orar para pedir consejo.
Un remedio rápido para los momentos de estrés es ofrecerle un incentivo a mi hijo. Estoy cosciente de que no es aconsejable premiar al niño por hacer lo que es su deber. En muchas ocasiones me he visto saboteada por mi propio marido, quien es muy dado a prometer "sorpresas" a JP si deja de llorar, si hace algo o sólo para que no se quede triste cuando él parte para la oficina. A pesar de que me molesta, muchas veces lo he hecho yo misma, si mi hijo se rehúsa a realizar alguna actividad me resulta sencillo decirle "termina de escribir las letras y te presto mi iPad", santo remedio.
No abusar de este tipo de estímulos es lo ideal, de esta forma, cuando realmente los niños estén en un mal momento, se puede recurrir a algún premio para motivarlos.

Una buena técnica, que siendo honesta yo casi no practico, es simplemente cambiar la actividad, darse un receso en el momento en que los niños presenten aburrimiento o desmotivación. No me gusta mucho, a pesar de su evidente eficacia, dado que me parece contraproducente para forjar hábitos como la disciplina, la tenacidad, la contancia... Es distinto al ejemplo anterior, porque cuando hablamos de premios o gratificaciones, estamos hablando de algo normal de la vida. Los adultos muchas veces estamos atascados con un proyecto laboral que nos quita tiempo para hacer lo que nos gusta, pero debemos terminarlo porque de lo contrario no habrá un pago o un reconocimiento, o incluso, no dejamos de hacer las cosas porque queremos sentirnos bien. No es que en la vida real uno tenga la opción de simplemente dejar de hacer las cosas porque nos aburren. Así que más que un cambio de actividad, yo prefiero hacer un receso: distraerse un momento para después retomar la actividad.

Por último, podemos tranquilizarnos a nosotros mismos: "Cuál es el objetivo de todos mis esfuerzos? Cómo puedo utilizar esta situación para enseñarle a mis hijos paciencia, respeto, amor?"

No hay personas perfectas, por lo tanto no hay familias perfectas, todos tenemos nuestros issues, dirían nuestros vecinos del norte. Lo importante, reitero, es el compromiso que asumimos y el amor que prodigamos. Y repertirse constantemente las sabias palabras del superhéroe Kaliman "serenidad y paciencia" papás...